Compulsividad y Obsesión en Psicología


Cuando nos interesa o nos preocupa algún tema, las ideas en torno a éste pueden convertirse en el centro de nuestra atención y de nuestros pensamientos. Mantener la atención y recursos de forma concentrada nos permitirá resolver, solventar o mejorar aquello que nos inquieta.

 

Cuando las ideas que vienen y permanecen resultan molestas por su contenido o frecuencia, se intentan controlar o producen miedo, entonces puede estar apareciendo cierta tendencia a la obsesividad.

 

A veces, se dan vueltas a las ideas una y otra vez, se rumian, uno mismo se realiza continuamente las mismas preguntas y su respuesta únicamente genera más preguntas, por más que se concentra en un tema no se pasa de la reflexión a la acción...

En estos casos, los pensamientos le pueden encerrar en un laberinto del que no hay salida si siempre aplica la misma solución.

En otros casos, puede ocurrir que exista necesidad de realizar ciertos comportamientos. 

 

Se actúa con compulsividad cuando se repite constantemente una conducta con sensación de pérdida de control por parte del que la realiza, puede ser en relación a ciertos hábitos (fumar, comer...) o con aficiones (jugar a las cartas, comprar...).

 

Aquello que crezca rígido tendrá más posibilidades de fragmentarse ante las circunstancias adversas, el bambú consigue ser fuerte y resistente por ser flexible...


En otras ocasiones, como en el trastorno obsesivo compulsivo, la obsesividad y la compulsividad van de la mano.

La compulsividad puede ser la respuesta ante la presencia de ciertos miedos o pensamientos recurrentes.

En estos casos, se puede estar actuando para evitar que ocurra algo malo o para propiciar que algo bueno suceda y al encontrar alivio se repite una y otra vez de forma rígida creando así rituales.

 



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