Puede ocurrir que se experimenten dificultades en la aparición de erecciones o en su mantenimiento. Algunos de los elementos asociados que pueden interferir son el cansancio, la autoevaluación, el estrés, la percepción de ser juzgado, la expectativa rígida de rendimiento, etc.
Y estas dificultades pueden ser puntuales o persistentes, paradójicamente el intento de control de la propia erección puede inhibirla, convirtiendo una limitación puntual en un bucle que se repite.
Como consecuencia, puede vivenciarse con impotencia, con sensación de querer y no poder que puede ser frustrante para el hombre que la experimenta y/o para su pareja.
También se ha clasificado este fenómeno como disfunción eréctil, aunque este término puede que responda más a un juicio de funcionalidad de la erección que a la realidad del sujeto o la pareja que lo están experimentando.